Novela de Tobal y Magda

Los dos jóvenes avanzaban por la fría y oscura carretera en aquella noche otoñal, casi vacía, Rosario miraba por la ventanilla del automóvil la arboleda de pinos que los seguía por los extremos de la autopista, a veces levantaba levemente la cabeza para observar las millones estrellas en ennegrecido cielo, llevaba su mollera apoyada en el respaldo del asiento, mientras su primo Luciano a su lado manejaba con la vista en frente fija en el camino. El silencio entre ellos era un abismo, solo se interrumpía con el pasar de otros móviles a su alrededor. La relativa oscuridad fue desapareciendo poco a poco a medida que se acercaban a una estación de servicio, pequeña pero con un cartel luminoso que ofrecía los precios del combustible y confites que también se vendían. Disminuyeron de a poco la velocidad y Ruciando pronuncio.- Vamos a parar un rato.- con un tono brusco que no sorprendió a la joven que seguía recostada en sillón. Se detuvieron finalmente y se estacionaron frente a un galpón donde llegaba levemente la luz de la gasolinera, mas bien estaba a unos cuantos metros del baño del lugar, donde por la oscuridad no se podía ver las dimensione del espacio.

Luciano se bajo y partió rumbo a los baños del lugar donde se perdió en la penumbra, Rosario continuo con su mirada perdida en dirección a la carretera y su pensamiento rondando el mismo recuerdo una y otra vez. De pronto las luces de la gasolinera comenzaron a parpadear sobresaltando a la joven, se encogió en el asiento y comenzó a mirar hacia donde había ido su primo, buscándolo con la mirada, sin poder hallarlo, solo esperaba verlo aparecer para marcharse del lugar. Generalmente no era miedosa pero los acontecimientos en los últimos meses la habían convertido en un manojo de nervios. Al cabo de de un interminable momento, dejo de contener la respiración y soltó un suspiro, al voltearse hacia el frente vio en el espejo retrovisor a una sombra que asechaba en la parte posterior del automóvil, fue un vistazo fugaz e impreciso, pero no necesito ser más prolongado para que se diera cuenta que no era su primo. Pestañeo rápidamente para asegurarse de que aquella sombra no era producto del cansancio y los nervios de la fuga. Luego con el aire contenido se dio vuelta violentamente y observo el lugar donde esperaba encontrar a un sicópata, asesino, o peor aún, un fantasma. Quedo atónita, con las uñas clavadas en el respaldo del asiento y los ojos buscando a la terrible sombra en la oscuridad y soledad de la noche. Tras la ventanilla trasera del auto su vista choco con el galpón, que ocupaba tres veces el ancho del vehículo. Respiro aliviada luego de mirar de lado a lado para asegures de que se encontraba sola, “me estoy volviendo loca” se dijo a si misma, al tiempo que volvía a sentarse. Volvió a mirar en dirección a los baños pero Luciano aun no daba señales, los segundos pasaban, estos pesaban y parecían una eternidad desde que se estacionaron. Miro su reloj y se sorprendió al ver que tan solo llevaban cuatro minutos en la gasolinera. Mientras Luciano aun no aparecía, la joven sobresaltada recuperaba su respiración normal después de tal susto, después de notar que tal peligro no existía, se relajo y acomodo, puso su cabeza sobre sus rodillas, comenzó a tararear algo, una tonada que ni ella conocía, pero la distrajo por un momento, hasta que oyó en la ventana de su lado un leve golpe, paro de mascullar al oírlo pero no hizo caso, siguió con la melodía hasta que oyó un segundo golpe aun más fuerte que el anterior, Rosario levanto rápidamente la cabeza y la giro en dirección a la ventana de donde venia el sonido, lo que vio la espanto tanto a tal punto que llego a la histeria comenzando a gritar, de sus ojos corrían lagrimas, ella se balanceaba jalándose el cabello como una loca. Alguien oyó sus gritos y fue rumbo al los gritos de Rosario, este era un hombre que trabajaba en el lugar.

- ¡Señorita!, ¡señorita reaccione! ¡¿Qué le pasa?!

- Por favor déjenos solos, yo lo arreglo.- había llegado Luciano, este miro con indiferencia la actitud de su prima y dijo.- ¡Cálmate!, en serio señor nos puede dejar, yo lo arreglo.

El hombre se fue devuelta a la gasolinera. En cuanto Luciano vio que estaba lo suficientemente lejos, se subió al auto, encendió el motor y luego miro a Rosario.

- ¿Qué rayos te sucede?.- mientras este hablaba la joven trataba de calmarse y controlar su sollozo.

- ¡La vi!, ¡la vi Luciano!, ¡era ella!

- ¡Cállate!, estás loca.

Si les gusta la continuo, escriban que piensan al respecto...

Aaaw me fascina, es bastante especial! Siguela!

¡Muy bueno! ¡Escribes genial!

Es genial, sigue asi!

Hola!!!!, yo soy Madelinne (Magda, como puso Tobal), les cuento a los que les gusto nuestra historia, pronto publicaremos otro adelanto, solo deben esperar... XD,

No quiero esperar U.U

Holaaaaaa!!! lo prometido es deuda , aqui tienen otra parte de nuestra historia!!!

Retrocedió el auto bruscamente y giró para dirigirse nuevamente a la carretera. Acelerando en un segundo partieron a gran velocidad alejándose del galpón. Luciano manejo un largo rato con la vista al frente mientras su prima continuaba repitiendo como una plegaria la misma frase: “¡la vi, la vi! . Rosario le contó todo lo que le había ocurrido desde que el se bajara del auto para ir al baño, al comienzo muy exaltada y al borde del llanto, pero poco a poco, a medida que hablaba se fue calmando y dejo de sollozar aunque continuaba retorciéndose las manos cada un tanto.

Consultó el rostro de su primo una vez que terminó su monologo, pero este seguía tan serio sin aparentar haberla oído o querer dar una opinión al respecto. Su vista continuaba fija en el camino desocupado por el cual volaban a una velocidad suicida. La chica lo miró esperando una respuesta y al verlo inmóvil y con las manos aferradas al volante, que por una fracción de tiempo creyó que todo lo había imaginado, que nunca se detuvieron en aquella estación y que continuaban viajando, recién iniciada su fuga.
Pero esos pensamientos se esfumaron cuando Luciano detuvo repentinamente el vehiculo a un costado de la autopista y se volvió hacia ella con expresión furiosa. Quiso preguntarle que ocurría pero la frase murió cuando él dijo:
-- en la gasolinera tenían una televisión encendida, en el canal de noticias, por desgracia en el canal de noticias… salían nuestras malditas fotos, nos buscan, saben que tuvimos algo que ver… tenemos que pasar desapercibidos…--por toda respuesta Rosario se mordió el labio y desvió la mirada. Acababa de hacer lo ultimo que debía: llamar la atención.

El automóvil color gris perla reanudo su marcha y por mas de dos horas los primos no se movieron ni intercambiaron palabra alguna. En cierto instante Luciano miró de soslayo a la joven y la creyó dormida. Pensó que al menos ella descansaba, mientras el se desvelaba manejando y planeando su ruta de escape. Sin embargo, la muchacha, lejos de poder dormir, se lamentaba imaginando que su primo espantaba todas las preocupaciones de su cabeza concentrándose en el camino, en cambio su única defensa contra los miedos y la incertidumbre era, en ese momento, fijarse en el nocturno y aburrido paisaje que se le ofrecía a través de la ventanilla.

Cuando la noche parecía cerrarse más sobre ellos y las horas ya casi no transcurrían, Luciano detuvo nuevamente el vehiculo. Extrañada, Rosario levantó la cabeza y miró alternativamente a su primo y al luminoso letrero que se perfilaba ante sus ojos. Sus letras de neón formaban la sencilla palabra “Motel”. Sin entender el motivo de esa parada, se volvió con expresión interrogante hacia el joven, que se limitó a decirle que estaba cansado. Llevaba conduciendo unas seis horas desde que había recogido a su prima en la casa de sus tíos, tal como tenían acordado desde algunos días después del incidente ocurrido.
Entraron al recinto para amantes ansiosos y pidieron pasar la noche allí. Una mujer de tez pálida y arrugada los llevo a la cabaña. En su mano llevaba la llave con la que abrió la vieja puerta dando paso a una habitación minúscula y mal iluminada. Un segundo vistazo le permitió a Rosario distinguir una cama con unos veladores a ambos costados. Las paredes que alguna vez fueron de color blanco tenían como única decoración una pequeña ventana cubierta por una mugrienta cortina. El aire en el interior era denso y apestaba a sudor, encierro y tabaco.
Frente a la puerta de entrada se encontraba otra puerta que daba al baño. Su acceso se veía levemente dificultado por la presencia de la cama, que llenaba gran parte de la habitación. Esta era un simple catre de pino que sostenía un colchón cubierto por unas humildes sabanas que se vislumbraban por debajo de la colcha, de color rojo brillante.
La mujer de las llaves dio una rápida mirada a la adolescente que tenia a su lado, juzgando si tenia la edad suficiente para visitar un lugar así a tan altas horas de la noche. Sacudió estos pensamientos de su mente con un movimiento de sus hombros y le dio a la joven una ultima indicación con su voz forzosamente amable y correcta.
--cualquier cosa hija, me llaman y yo vengo a verlos…
--gracias—respondió distraídamente la chica recibiendo las llaves. La encargada sacó de su bolsillo un cigarrillo, lo encendió y se retiró de la habitación dando un portazo.

Solo entonces Rosario se percató de la ausencia de su primo. Se aproximó a la cama y se recostó, mas por el asco que le producía aquel lugar que por cansancio, pues llevaba sentada varias horas seguidas.

Wow, me encantaa! xD
Siguela

Diios! En serio es muy buena la manera en que escribes O.O Ok! suguela ya mismo!

deben tener pasiencia, lka tenemos escrita en papel... llebamos como 50 pag escritas, y me aburro pasandolo en el compu!!

Dios, 50 pags =0!!
Increiblee

OMG! xD Ok..entiendo lo aburrido que es..solo por eso , y porque esta muuuy buena..Esperare

bien chicos aqui publicamos mas de nuestra historia...
…mas no llevaba mucho en esta posición cuando lo vio aparecer en el umbral de la puerta. Traía una pequeña bolsa negra en las manos, la cual arrojó a la cama junto a ella. Al abrirla descubrió su contenido: unas tijeras y una tintura para el cabello. Cuando se volvió hacia Luciano para preguntarle el porqué de aquello él se anticipó y le dijo:
--La tintura es para que no te reconozcan, y la tijera…usa ambas cosas, mientras mas distinta quedes, mejor. -- se dejo caer pesadamente en la cama al tiempo que la joven se ponía de pie y añadió-- Trata de no botar pelos por todos lados…
Rosario tomó la bolsa sin decir una palabra y se dirigió a la puerta del baño bordeando la cama. La idea de hacerle algo así a su cabello la indignaba, pero no quiso contradecirlo, pues ahora lo principal era pasar inadvertidos. Sintió ganas de decirle a su primo si acaso bromeaba, pero lo conocía muy bien y el echo de que ya hubiera comprado las cosas significaba que lo tenia decidido y ninguno de sus escándalos lo convencería de lo contrario.
Una vez en el baño, que era tan estrecho y opaco como había imaginado, la muchacha pasó su fina mano por el espejo para limpiarlo un poco y contemplarse por ultima vez.. se arrodilló en el frío suelo y acarició su suave y largo cabello de color miel. Sacó las tijeras de la bolsa, apartó un mechón de pelo y marcando con los dedos a la altura de la mejilla, cortó. Lo dejó caer en la misma bolsa y continuó. Uno a uno los metálicos chasquidos de la tijera devoraron la cabellera de Rosario. Cuando hubo terminado se puso de pie y se miró en el espejo nuevamente, donde aún persistía el rastro de su mano. Casi tuvo tiempo de arrepentirse, pero en lugar de eso recogió la tintura del piso y comenzó a leer las instrucciones. Luego, abrió el producto y comenzó a aplicárselo.

Afuera, en la habitación, Luciano se había recostado en el lado izquierdo de la cama, junto a la puerta de entrada, luego de cerrar la puerta con llave y guardar ésta en el velador de su mismo lado. Completamente ajeno a la transformación que sufría su prima en el baño, repasaba mentalmente la noticia que había visto en la gasolinera. Con los ojos cerrados y los brazos cruzados trataba de descansar la vista y la mente, pero lo asaltaba el recuerdo de su propia foto en televisión bajo el titulo de sospechoso. La reacción de la policía había sido más rápida de lo que él tenia previsto y ya estaban enterados de su huida, y peor aún, de su participación en el macabro crimen que todo el país seguía en las noticias. Eso limitaba sus posibilidades y ponía en riesgo el éxito de su fuga. Pero no quería pensar en ese momento sobre que ruta tomarían después, tan solo deseaba descansar. Agotado, calculó que hace unos tres días no dormía, planeando todos los detalles del escape que ahora levaban a cabo y que se veía amenazado por la emisión de sus fotografías a lo largo de todo el país.

* * * * * *

Cuando Rosario terminó de lavar su cabello para desprender los restos de la tintura y quitarse el penetrante olor de esta, se contempló brevemente en el espejo y suspiró resignada. Esa era ella e iba a tener que acostumbrarse. Recogió la bolsa con todo lo que había ocupado y salio del baño. La dejó en el velador del costado derecho y se quedó un momento de pie observando a Luciano, que dormía profundamente con los brazos cruzados y completamente vestido. Sólo se había quitado las zapatillas, así que la joven lo cubrió tan bien como pudo con la ropa de cama, apagó la luz, que se encontraba junto a la puerta de entrada, y luego cruzó a tientas la habitación para acostarse junto a él.
Quiso dormir pero el miedo se lo impedía. Era un miedo que la acechaba desde antes del incidente; el terror que se agazapaba junto a su almohada quitándole el sueño muchas noches tenía su origen en el verano anterior.
Con la cabeza cubierta por las delgadas sabanas, poco a poco calmó sus voces internas.
En el silencio nocturno creyó escuchar un murmullo creciente, y poniendo atención pudo reconocer el claro sonido proveniente de la habitación vecina, los ansiosos susurros y los excitantes jadeos. Dejó de respirar unos segundos para convencerse de que no imaginaba las entrecortadas palabras de amor y las risas nerviosas de aquellos amantes. Sonrojándose y con el corazón acelerado, buscó en la cama el cuerpo de Luciano, y acurrucándose junto a él, trató de olvidar todos los recuerdos y pasiones que los placenteros gemidos de la anónima pareja le hacía hervir en la sangre. La nitidez de las palabras acezantes y los balbuceos incoherentes le daban la impresión de estar compartiendo la cama con ellos.

Pasado un interminable momento, dejó de oír los alaridos de los amantes y supuso que habían llegado al final de su acto amoroso. Se descubrió la cara y respiró una bocanada de aire, que parecía aún más denso y sofocante que antes. Se incorporó en la cama y se volteó hacia el lado donde descansaba su primo tratando de distinguir su rostro en la oscuridad. Comprobando que él no había despertado, se volvió a acostar, conciente de que necesitaba recuperar las horas de sueño perdido en los últimos días. Cerró los ojos y se abandonó al cansancio, queriendo dormir.
No supo si lo logró pero un desgarrador grito que partió la noche la hizo saltar…

-¡Luciano, Luciano! ¿que tienes? ¡despierta!-escuchó que le decía una voz que sonaba muy lejana, mientras lo sacudían por los hombros. El joven abrió los ojos espantado y buscó a su alrededor para entender que pasaba. Paró de gritar una vez que reconoció la voz de su prima, la cual continuaba preguntándole que le ocurría, y se quedó sentado en la cama mientras ella se levantaba a prender la luz. Sintió como sus dedos se deslizaban por la pared hasta encontrar el interruptor. Luciano respiraba con dificultad y su rostro tenía la huella de que acababa de experimentar un gran susto. Tardó unos instantes en acostumbrarse a la luz y cuando lo hizo se quedó sorprendido al ver a su prima. Su cabello largo y de color miel ahora lucía muy corto y de un color negro brillante.
Rosario se acercó y se sentó a su lado mirándolo fijamente. Quiso abrazarlo para calmarlo y reconfortarlo, pero se contuvo al prever su reacción, por lo que simplemente le preguntó que lo había asustado.

O.o Ha quedado realmente interesante! Uff!! No me gustaria tener que hacerme ningun cambio radical en el pelo, comprendo a Rosario xD
Me encanta la historia!